Estaba un día San Pedro en el cielo, sin mucho qué hacer, cuando de repente aparece un cuate todo sacado de onda, preguntando dónde estaba. San Pedro le contesta que está muerto, llegó al cielo, y le pregunta qué es lo último que recuerda de su vida como mortal, a lo que el cuate le responde:

-Fíjate San Pedro que desde muy chavo me han gustado los vochos, pero hasta ahora pude ahorrar para comprarme uno, imagínate, bien bonito, modelo '82, blanco alpino, recién restauradito, con sus plaquitas de auto antiguo y toda la cosa. Total que salí temprano de mi trabajo, fui por mi vochito a casa del que me lo vendió, llegué, lo estacioné debajo de la ventana de mi departamento y corrí emocionado para enseñárselo a mi mujer. Entonces nos asomamos desde la ventana de la recámara, y ahí, bien cínico, estaba un pinche pelón de lentes queriendo abrir mi carro. Me dio mucho coraje porque pues lo acababa de comprar y ya me lo querían robar, entonces le dije a mi vieja que me ayudara a cargar el ropero para dejárselo caer al cabrón en la cabeza y matarlo; mi vieja no quería, pero pues le insistí muy enojado, lo levantamos y lo aventamos por la ventana, pero como yo estaba tan enojado, tenía bien agarrado el ropero y no lo solté...y me fui con todo y ropero encima del ratero ese.

San Pedro le contesta que qué pena por lo del vocho, pero que ni modo, ya su vida acabó pero que se alegre porque lo va a mandar al cielo de los vocheros. El cuate este entra al cielo, y San Pedro sigue espantándose las moscas, hasta que se aparece otro cuate, un pelón, de lentes, bigotito, con camisa, corbata y gafete, un oficinista, pues, igual todo sacado de onda. San Pedro le pregunta, igual que al otro cuate, qué es lo último que recuerda de su vida mortal, y el godínez le contesta:

-Pues fíjese don San Pedro que yo soy oficinista, ¿verdad? y pues me quedé toda la noche a trabajar porque teníamos qué sacar la chamba a la de ya, total que al siguiente día, o sea hoy, mi jefe me dijo que si acababa antes de la hora de la salida me podía ir, y pos eso hice; salí todo desvelado, con mucho sueño, y lo único que quería era llegar a mi vocho blanco para irme a mi casa y dormirme lo que quedaba del día y toda la noche. Total que llegué a mi vochito y por más que le metía la llave, no abría la puerta, ahora pienso que a lo mejor no era mi carro y me confundí por la desvelada, pero pues así medio me acuerdo que de una ventana arriba estaban grite y grite, y volteé para arriba y ví una cosa enorme que me iba a caer encima, y pos...estoy aquí.

San Pedro le contesta que, por ser tan trabajador, puede pasar al cielo, que lamenta mucho lo de su muerte pero que así es el destino. Total que el godínez entra al cielo y San Pedro se pone a jugar Solitario en su computadora, cuando en eso, aparece otro cuate, encuerado e igual sacado de onda.

-¡Ay wey! ¿dónde estoy? ¿A poco estoy muerto? Usted es San Pedro, ¿verdad?

-Sí, hijo, yo soy San Pedro. ¿por qué estás aquí, qué fue lo último que te pasó en tu vida mortal?

-Hijole San Pedro...pues...¿de casualidad antes de mí no llegaron dos cuates, uno que hablaba y hablaba de un vochito, y otro que creo que se lo quería robar?

-Sí, hijo, sí llegaron antes que tú, ¿por qué?

-Ah, es que, este...yo estaba adentro del ropero...

jajaja, me pregunto que estaría haciendo ese otro "inocente" dentro del ropero . Muy bueno.